miércoles, enero 26, 2005

Corazón Cobarde




"...Yo no quiero catorce de febrero, yo no quiero que elijas mi champú, lo que yo quiero corazón cobarde, es que mueras por mí...Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata porque amores que matan nunca mueren..."
Era le enésima vez que pensaba en esa canción y no sabía que pasaba, se sentía confundido, solo, triste otra vez, una vez más...las cosas no estaban siendo lo que tendrían que ser. "Él ponía dos gotita de hidrogeno y otra gotita de oxigeno y no se mojaba las manos"-- Le causaba gracia pensar en su situación con ese ejemplo que también encontraba pendejo.

-El que duerme con niños, mojado despierta
-pus sí, pero a algunos nos gusta que nos mojen porque también reímos y lloramos y sentimos...puta madre, también sentimos, o tal vez sólo sentimos...
-tal vez ese sea tu problema, sientes demasiado y sientes a lo pendejo
-pendejo...he escuchado esa palabra como mil veces hoy y la he dicho otras mil
-por algo será, no?
-me caga estar así...me siento solo
-porqué? que no tienes a Joaquina?
-Joaquina...con esa palabra puedes abrir las puertas del infierno, sabías?
-no y no me importa tampoco, Joaquina, Joaquina, Joaquina!!!
¨
Él corrió, salió de la casa, la puerta se azotó detrás de él y fue lo último que supo Magdalena de él --Sí, nomás así como loco salió después de que dije Joaquina varias veces, dicen que está embrujado, que fue a buscar la muerte para dejar de pensar... -- Nadie creyó eso, por eso lo siguieron buscando pero nadie lo encontró porque él no quería que lo encontraran asi que se divertía pasando junto a ellos sin que lo notaran siquiera. A veces se ponía la misma loción de siempre, la que le gustaba a Joaquina y se paseaba cerca de sus amigos y nadie lo olía siquiera y el reía y reía y las carcajadas lo obligaban a caer de rodillas sobre el suelo, después se acordaba de Joaquina y la risa desparecía pero a pesar de lo que él mismo creía tampoco aparecía el llanto, sólo se secaba las lágrimas provocadas por la risa y se levantaba despacito, como temiendo que alguien lo hubiera visto hacer el ridiculo gritoneando como imbécil en el piso, pero después se acordaba de que ya nadie lo veía y volvía a reír.
Un día se volvió a perfumar para pasar por la casa de Joaquina, tenía todas sus esperanzas en que ella lo viera y por fin sentía ganas de ser encontrado, así que se concentró y se perfumo varios días, pensando en ser encontrado otra vez

--Si un día te perdieras, yo te encontraría
-- de verdad Joaquina?
-- Sin ninguna duda, yo te encontraría, mi amor te guiaría

Le entusiasmó su recuerdo, así que se puso su mejor traje, peinó a su corazón de raya en medio y le puso unas gotitas de su perfume también y se aguantó el frio que tenía por traer el corazón desnudo, la falta de costumbre, tenía años que no salía así a la calle. Cerro su casa con cuidado, tres vueltas a la derecha como siempre y luego, tomo el camión de la nostalgia para lo que el pensaba que sería un viaje sin regreso a la casa de Joaquina.
Llegó y al entrar por el camino de piedras que conducen al portal de Joaquina la vió salir a gatas, con el cabello como espuma de olas, desordenado, amontonado, los ojos rojos y arqueándose para vomitar. Salió una mujer detrás de ella y la levantó.
-Estás pedísima, ven mi amor, yo te cuidaré.
Le acarició un seno mientras su cuerpo colgaba al rededor del de la otra mujer, Joaquina veía algo fijamente a lo lejos, sintió el aroma de la nostalgia que aún emanaba del cuerpo del pobre idiota que veía a varios pasos de ahí y ella quiso llorar pero tampoco pudo.
-Ven chiquita, vamos por un traguito, a quien tanto ves preciosa? A la verga todo, vente conmigo, sólo conmigo, yo te haré creer, por una sola vez en tu vida, vas a creer.

Y Joaquina creyó que iba a creer. Cerró sus ojos y vomitó despacio sobre la que quería ser su amante y la amante sonrió satisfecha, tragando su vomito con placer.
Él pobre idiota quiso llorar y no pudo, quiso vomitar también y tampoco pudo y se dió cuenta cuando Joaquina estiró su mano y dijo balbuceando "perdóname" de que se había olvidado de sentir y se sintió tan mal por no sentir que se quiso morir, pero tampoco supo si ya estaba muerto o no, si ya lo habían olvidado o no y tampoco pudo dejar de querer ser encontrado, así que por tanto sentir cuando no sentía nada se sentó a esperar el metro en Barcelona para que todos los catalanes vieran como se arrancaba los cabellos uno por uno y nadie, absolutamente nadie se sorprendiera aunque de cualquier forma nadie lo podía ver.
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